lunes, 25 de octubre de 2010

El amigo Babas

Me pide Irene que escriba algo para su revista. Si he de ser sincero, no tenía mayor intención de hacerlo. Bastante tiene uno con lo que tiene. Pero mira tú que esta tarde, vaya cualquiera a saber por qué, me han entrado las ganas. De todos modos, tengo la casi absoluta certeza de que, después de leer esta cosa, Irene no va a pedirme más colaboraciones.
Decía que no sabía por qué me habían entrado las ganas, pero no es cierto del todo. Es que esta tarde me he encontrado con alguien cuya sola presencia me ha impulsado a teclear como un loco. No diré su nombre, pero sí que es un buen tipo, al menos a mí me lo parece y, aunque le conozco alguna travesura, pocas, no me ha dado motivos para pensar lo contrario.
Este hombre tiene pareja, parece ser que bastante estable, desde hace ya tiempo. Al menos yo siempre lo he visto con la misma mujer. Y también tiene una rémora que le toca aguantar en aras a la concordia sentimental a pesar de que molesta más que un grano en la goma de los calzoncillos.