sábado, 9 de febrero de 2013

TETA Y MANDARINAS




            Totalmente como pez fuera del agua. Totalmente. Con una incomodidad encima que resultaba más que evidente. ¿Qué coño estaba haciendo yo en ese sitio? ¿A qué había ido? Incomodidad, mucha incomodidad.
            La sensación no dejaba de tener su lógica. A mí no se me había perdido nada en aquel gimnasio.
            Gimnasio tiene algo que ver con desnudez. Creo que los griegos llamaban “gymnetes” a los que no tenían armadura o algo así. Vamos que era casi como si fuesen en pelotas a las batallas. Al parecer también llamaban así a una tribu de Iberia cuya característica principal era ir en pelota picada. Sana costumbre en verano, cierto, pero no tanto a partir de septiembre que empieza a rascar lo suyo. Y en el Valle del Ebro, ni te cuento.

viernes, 1 de febrero de 2013

LA IMAGEN DE PIEDRA



Enfado

         Teneladin pasaba mucho rato en el cobertizo. ¿Es que no tenía nada que hacer? Decía que le gustaba ver al escultor dando forma a las piedras, pero Herein sospechaba  que lo que quería era llamar la atención. Y lo cierto era que lo conseguía.
         El griego parecía saber exactamente donde tenía que golpear para que la piedra se rompiese como él quería.
         Antes había hecho una figurita de arcilla, un modelo de lo que sería la escultura. Herein se burlaba.
         -Esta figurita es tu gran obra? Pero si es más pequeña que Tesa.
         -Esto es solo un modelo –decía el escultor-. ¿Quién es Tesa?
         -Era mi muñeca.
         Volvían los recuerdos. Las piernas forradas de hierro, la sangre en el suelo. Prefería no revivir aquello. Mejor chinchar al griego.
         -¿Qué tal está Neitin?
         Agilas sonrió a medias y, mientras miraba con ojo crítico el bloque de piedra, preguntó a su vez:
         -¿Es verdad que vas a prometerte con Gudur de los Lobos?
         -¿Quién te ha dicho eso?
         -Es un joven fuerte –siguió el griego sin dejar de sonreír-. Puede que sea un buen esposo.