sábado, 28 de mayo de 2011
Boudica V
La mujer que tose
Boudica abre los ojos y le cuesta recordar dónde se encuentra. Hay poca luz; la que entra por un ventanuco que se abre muy cerca del techo. El suelo no está duro, pero es porque no es el suelo. Se halla tumbada sobre un camastro sencillo, pero cómodo. Al menos, más cómodo que cualquiera de los lugares en los que ha tenido que dormir desde… El lugar es cálido y agradable. El tacto de la manta que la cubre es suave y hasta el aire parece que huele bien; tan bien como su cabello que ha dejado de ser una maraña de algo parecido a una planta de espinos y ha recuperado su color normal.
Recuerda poco de la noche anterior. Estaba agotada, completamente agotada. Cayó varias veces rendida. Lo pies sangraban y el romano no se detenía. Parecía querer llegar cuanto antes. Durante la jornada se habían tropezado con otra patrulla, más numerosa que la anterior.
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