Hospital
Cardo llevaba toda la mañana tosiendo. Tosía feo y
ronco y se llevaba la mano al pecho. A veces bebía un poco de agua para ver si
se le pasaba, pero no. Sus compañeros miraban y no decían nada, pero resultaba
molesto. Es que no paraba de toser.
Salió a la calle. Nada más llegar a la esquina le
volvió la tos. Más fuerte que antes. Se encogió de dolor. Era enero.
Cardo volvió casi sin fuerzas. Estaba jodido.
Rosario estaba en la mesa. En realidad siempre estaba
allí. Parecía que viviera allí. Se alarmó al ver la cara de Cardo.
-¿Qué te pasa?
-Llama a Urgencias –respondió Cardo-. Me estoy
ahogando.
Rosario se alarmó aún más.
-¿Qué te pasa? –preguntó de nuevo.
-Llama a Urgencias. Me ahogo.
Llegó Antonio con una silla e hizo que Cardo se
sentase. Rosario se hacía un lío con el teléfono. Al fin consiguió hablar.
-Tengo a un compañero que está muy mal –decía-. Se
ahoga.