La mayoría de las personas que conozco
tienen en su teléfono móvil melodías más o menos agradables, más o menos
simpáticas o más o menos chocantes. No hace falta que me ponga ahora a enumerar
lo que todo el mundo escucha a diario, vaya.
Pero como yo soy un poco cenutrio para
algunas cosas, o tenía grabado el famoso grito de Leónidas y la respuesta de
sus 300. Sí hombre, sí. Aquello de ¡Espartanos! ¿Cuál es vuestro oficio? ¡Aú,
aú, aú!
Personalmente, tengo serias dudas de
que, por mucho que aparezca en la peli, los aguerridos espartanos respondieran eso
porque, entre otras cosas, ¿qué clase de oficio es “aú”?
He leído que, efectivamente, Leónidas
preguntó a los suyos eso del oficio, pero aquellos, en lugar de aullar,
respondieron “la guerra”, cosa que me parece bastante más coherente con el
carácter de los espartanos.
Pero vamos a lo que vamos.
Decía que la sintonía de mi móvil era
el grito de Leónidas y la respuesta de marras. Eso era entonces. Ahora no.
Ahora tengo el tiroliro estándar de la operadora.
No me acuerdo exactamente qué hora era,
pero temprano. Claridad, la justita y creciendo. Lo que viene siendo el
amanecer, vamos. Una hora bastante razonable para estar durmiendo, sobre todo
teniendo en cuenta que estábamos en fiestas y la noche anterior había sido de
esas de ovación y vuelta al ruedo. De hecho, creo que debía estar aún en el
segundo sueño como mucho.
Debido a esa circunstancia, considero
que nadie se extrañará si digo que me cagué en todo lo cagable cuando sonó el
teléfono.
Me desperté de un salto. Pegado a mi
oreja estaban el puñetero Leónidas y sus 300 gritando como verracos:
“¡Espartanoooos! ¿Cuás es vuestro oficio? ¡Aú, aú, aú!”.
Se añade a esto que la noche anterior,
debido al follón y a la música, el teléfono no se oía un carajo. Me encontré
con Flavio y con Miguel, un poco pasados de vueltas, que me dijeron que me
habían estado llamando como unas ochenta veces. También me dijeron que soy un
capullo, pero eso no influye en el desarrollo de la historia.