viernes, 30 de julio de 2010

Ella dice que es aburrida


Areté bebe su infusión a sorbos pequeños y escucha. Sabe escuchar mucho y bien. A veces asiente con gestos y a veces, pocas, pregunta. Tiene siempre, o tenía, un aire distante que de lejos la hacer parecer fría y tajante. Una reina.
Llega la tarde, otra, entre sorbos de infusión y de café bien negro y bien caliente. Hace calor aunque, de vez en cuando, la brisa alegra las ramas de las palmeras de esta plaza vieja con fuente más vieja aún y con trenza joven. Tarde de verano. Otra.
Areté transmite calma entre sorbo y sorbo. Y hacía falta calma este verano que ha sucedido a los años de aquel otoño, negro a veces, cuajado de medias realidades. Escucha y habla sin variar su porte de reina. Ella dice que es aburrida, pero puede que no tanto. No, no lo es.
Hay un poco de sorna en esos silencios y hay también un mucho de sorna en esas preguntas “sin ánimo de malmeter”.
Me pregunta, aunque poco, por Penélope.
-Ya no es nadie. Sólo una idea.
“Una mala idea”, piensa Areté. Y la sombra de Penélope planea ya toda la tarde.
Una tarde llegue al lado de la reina y, sin querer, empecé a quedarme. Ahora estoy cómodo, quizá demasiado cómodo.
La reina escucha, habla y ha empezado a reírse.
Tardes de terraza y mañanas de lectura allá en aquel rincón a la sombra y con la música cerca. Muchas veces son iguales. Otras no. Tranquilidad. Calma, calma, calma.
Tarde de calor en la plaza vieja y Areté sentencia.
-¿Cómo reconocerás a tu Penélope de los cojones?
Me río y ella rectifica al instante. No es propio este comentario en boca de Areté, reina de la chaiselonge y de la vichisoisse, de las infusiones y de los pendientes de perla.
Rectifica.
-No, de los cojones, no. Para ti tiene que ser Penélope la de los quince mil encantos.
Me río de nuevo y Penélope acaba convirtiéndose en la de “los quince mil cojones con encanto”. Aún habrá más calificativos para esa idea que aún no es nadie.
Pasan los días y hay más café y más infusiones y más charla y más preguntas. Areté escucha, pregunta, se altera, se ríe. Hay conciertos, planes, guías de viaje, paseos, momias de museo y más planes.
Areté insiste en que es aburrida, pero no lo es tanto. No, no lo es. Se altera más y dice:
-Eres horrible.
Infusión y café en terraza con boda al fondo. La reina señala y sentencia:
-Penélope no puede ir de verde.
Y acaba por convertirse en “Penélope la de los quince mil cojones verdes con encanto”.
Pienso en partir de nuevo, pero estoy cómodo. A veces, quizá muy cómodo.

Manuel V. Segarra. Julio 2010

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