domingo, 18 de abril de 2010

¡Oh! ¡Ah! Cuanto misterio ¡Oh!

“Busca y encontrarás”.

Ahí estaba la clave. Si quería encontrar tenía que buscar.

Eran las mágicas palabras que acudían a su desenfrenada mente y que rebotaban contra el transparente cristal del amplio ventanal por el que entraba la reverberante luz de aquella soleada mañana y que inundaba el espacioso salón mientras se encontraba indolentemente tumbado en el cómodo, amplio y espacioso sofá del amplio salón con amplio ventanal.

Por fin lo tenía claro. Encontraría el secreto mejor guardado de la Iglesia y luego escribiría una novela.

LA NOVELA.

Por la escalera… Perdón. Por la angosta escalera de gastados peldaños subió el enigmático personaje portando colgando de su izquierdo hombro una especie de marrón bandolera de la que sacó un portátil ordenador.

Él sintió un profundo estremecimiento a la vez que un intenso estremecimiento y se giró estremecido.

El enigmático personaje había ya desaparecido. En su lugar estaba el portátil ordenador en cuya brillante pantalla escrito aparecía.


“Busca y encontrarás

y también lo hallarás.

Y si no lo encuentras

más lo buscarás.

Y cuando lo encuentres

a nadie se lo dirás.

Ni siquiera a la chica

se lo dirás ni hablarás

de lo que encontrarás.

Te callarás

o te daré de ostias”.


El más blanco.


Se repuso del intenso estremecimiento y también del profundo estremecimiento mientras se peinaba el negro cabello que tenía sobre la humana cabeza.

“El más blanco”, pensó “¡ARIEL!” Claro que también podía ser… ¡DIXAN! Todos los elegidos iniciados guardianes del código para la clave en el enigma del secreto mejor guardado de la Iglesia sabían de la eterna lucha de ambos. Pero ahora le tocaba a él, descendiente por parte de su tío carnal de los cátaros templarios de la Rosacruz merovingia de María Magdalenas Lozano, averiguar


EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LA IGLESIA


Sobre la amplia mesa de oscura madera había una enigmática nota. Una postal que sus padres, que ya no estaban allí, le habían hecho llegar por extraños e inexplicables conductos secretos.

La miró con creciente interés y vio una de color imagen de una amplia playa de fina arena flanqueda por altos y enigmáticos edificios. La leyó. Sin duda, ahí estaba la clave.

Querido hijo.

No te preocupes por nosotros. Todo se ha cumplido como estaba previsto.

Tu padre y yo estamos bien.

Procura alimentarte de algo más que pizza.

Un beso.


Mamá.


La enigmática nota con el perturbador sello de Correos estaba fechada dos días atrás en Santa Pola. ¿Qué quería decir todo aquello? ¿A qué se refería su madre con eso de que estaban bien?

Sin duda, era un nuevo enigma.

(Continuará, desgraciadamente. Aunque a buen entendedor...)


Manuel V. Segarra Abril 2010

1 comentario:

  1. Muy pero que muy mal, deje usted en paz a quienes prefieren el adjetivo delante del sustantivo.

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