sábado, 9 de enero de 2010

Día del libro

… Y nos ponemos a celebrar el Día del Libro con algo tan nuevo como la cerveza, las aceitunas y las patatas fritas. Algún café corto sobrevuela las cabezas antes de aterrizar sobre la mesa.
Hablamos y no sabemos de qué, pero tampoco importa. ¿Qué es lo nuevo de este sábado que ni siquiera es la fecha que celebramos?

Alguien se acerca y nos pregunta si regalamos algo.


Uno de nosotros habla de felaciones y, a su lado, otro rumia frutos secos.

Hospitales, zapatos, periódicos, universidades, juzgados, imprentas… Hay cerveza y café. Agua, patatas fritas y alguna botella de vino.

Luego vendrá alguien con ínfulas de intelectual de vuelta de todo. Un imbécil incapaz de otra cosa que no sea repetirse y menos leído que los programas políticos. Dirá con aire condescendiente que bebemos y que tenemos el ego por las nubes.

Uno de nosotros se ríe y otro pontifica sobre todas las revoluciones que en la Historia han sido. Bebemos cerveza y café, brindamos por nuestro ego, comemos patatas fritas y frutos secos. Hablamos.

El listo de turno habla, a saber dónde ha leído la frase, asegurando que la novela murió con el Quijote. Le miramos y pensamos todos a la vez que ha dicho una majadería como una plaza de toros.

Recién tragado un sorbo de café corto, uno asegura que eso sólo lo dicen los incapaces de escribir una novela. Silencio como si hubiese hablado el Oráculo. Silencio incómodo en algunos y sonrisas forzando por salir en otros.

Cambio de tercio. Hablamos de los cuernos de la Luna entre tragos breves de vino. Lo han puesto en jarras de barro para darle un aire más bohemio a la celebración. Hablamos del texto a medio escribir, de la memoria, que siempre es histórica, de callos en el cerebro y del último onanismo mental de alguien, ausente o presente.

El poeta está incómodo. No se habla de literatura. Y de la suya, menos aún. Somos unos incultos.

Amenaza lluvia sobre el toldo. Los libros se mojarán, pero nadie se mueve. Pausas de aburrimiento soberano y anécdotas repetidas hasta el cansancio. ¿Otra vez con eso? Este no aprende.

La pintora no ha vuelto. Tal vez pensaba encontrar arte y halló un buen ramillete de botarates mezclados con humo.

Tampoco ha venido el cantante, pero es que a ese alguien le dijo que no viniera. Es que es bastante coñazo. Pobre chaval, ¿No?

Al final, ella no posó desnuda en la librería. Sólo es arte, dijeron todos menos uno. Pero no.

Acabará la fiesta como empezó; con dos o tres rezagados intentando prolongar la jornada ahora que podemos hablar.

Se acaba.

Se acaba, pero habrá más sábados, más días del libro sin libros y sin gurús de la literatura.

Tertulia.

Amén.

Manuel V. Segarra. Abril 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario