jueves, 14 de enero de 2010

La última de Segarra


LA ÚLTIMA DE SEGARRA

García del Pozo Sánchez

La última de Segarra no la sé, la penúltima no la digo -no vaya a contar él la mía-, la anterior es su libro reciente sobre un Elche espadachín y pendenciero. Segarra, Manolo de ahora en adelante, ama la vida y ama el amor, truhán y señor, ya saben. Y ama la actualidad -informativos COPE Elche-, y las letras y el teatro. Y ama el amor y la vida, pero eso ya lo dije, así que no casco más.
Manolo es más rojo que facha o viceversa, y aunque algo de moro tendrá y de judío -que fueron muchos siglos-, yo lo veo de viva España y viva el Rey. Llegado el caso quizá también de viva La República, pero siempre de viva España.
Manolo solo en casa, sólo sale de ella si el Canal Historia repite programación, si se queda sin tabaco, si es necesario o si le apetece. Fuera de estas cuatro causas, lo más probable es que se le encuentre dentro de ella, de casa quiero decir, y no casco más.

Manolo baja por Obispo Tormo e imagina una reyerta de capa y misericordia en la Replaceta de la Fregassa y la apunta. Luego quizá pilla La Calle Ancha y se llega hasta el escaparate de El Cid y decide el color de los botines de la protagonista de su novela. Mira hacia la otra acera y recuerda que más o menos a la altura de Maderas había hacia 1.600 un comercio de especias de Indias. Manolo ve cruzar la calle a uno de los personajes de su novela, un pobre hambriento, lo llama y lo lleva a comer al antiguo Hospital de la calle Sagasta. Pero resulta que ya no hay hospital y el mendigo ha desaparecido y en su lugar hay unos brillos de Swarovski y al lado los lienzos de Sánchez y Juan, y le embriagan entonces los aromas de Glamour y pide una cerveza en el Viena y mira hacia las Cuatro Esquinas buscando más personajes. Luego se asoma a Corredora y deduce dónde se ubicaba la Taberna del Cojo, y de pasada por Zara Chicas reconoce el paraíso musulmán… Entonces Manolo recuerda que uno de los protagonistas va camino de Orihuela porque la Inquisición le sospecha malas artes. Manolo sigue la pista del carro en que viaja el reo engrilletado. Como el carro irá a Orihuela por la carretera del Carrefour y de la Alacena del Flare, Manolo intuye que deben haber dejado el casco antiguo por Reina Victoria o por Blasco Ibáñez.
El arriba firmante verá a Manolo la mañana del sábado próximo en la tertulia de Praga, a orillas del río Alebus, ahora Vinalopó. Entonces le invitaré a que resuelva mis dudas sobre si aquella trifulca entre mílites tuvo lugar en el número 8 ó 10 de tal calle.
Probablemente la tertulia continuará a la noche en café París, o en la terraza de Súquer o en la Cistella, donde según el narrador de la última de Segarra, sirve una moza algo alta pero con todo en su sitio.
A esas horas, Manolo, Jesús, Gregorio, Asun, etc y yo, coincidiremos como casi siempre, que a Flandes se va por Segovia. Y no casco más.
Feliz año.

Tribuna pública
(Noticias Elche. 2/1/06)

Recién publicada mi novela “Cruces de seda” este compañero de fatigas literarias, de tertulias en las que se ha hablado hasta de los cuernos de la luna y de no pocos cafés dedicados al noble ejercicio de la conversación publicó estas líneas dedicadas al libro.
Para mi gusto, se trata de una de las mejores interpretaciones que se han dado de aquel volumen.
Admito que ha habido un tanto de ego a la hora de insertar esta tribuna, pero también es un modo, algo tardío ciertamente, de agradecérselo al autor.

Manuel V. Segarra

2 comentarios:

  1. Agradecido el autor, el autor del artículo quiero decir, no el del agradecimiento, que es el mismo autor de la novela de la que habla el artículo. Bueno, para no liar la cosa, gracias Manolo.
    Y amén. Pero un amén distinto, no como el otro amén, y no me refiero a tu amén, si no al otro. Bueno, me despido para no liar la cosa.

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  2. Ese Manolo, que grande eres, me encanta tu blog, muy interesante, a ver si este verano muebles tu estrecho culo y nos haces un pedazo de obra de teatro de esas que no se olvidan en años, por que para eso eres unico, un abra,zo grandioso

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